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PENSAR QUE EL DESARROLLO ES MERO CRECIMIENTO ECONOMICO ES UNA FALACIA

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Entrevista a Eduardo Gudynas, por el lanzamiento de nuevo blog sobre las izquierdas y el desarrollo

El uruguayo Eduardo Gudynas es uno de los principales pensadores sociales de América Latina. Como ecologista cuestiona el modelo extractivista y promueve nuevas formas de conceptualizar el ‘desarrollo’ desde una perspectiva de izquierda. Acaba de lanzar un nuevo blog www.izquierdaydesarrollo.com para estimular el debate y el intercambio de ideas.

Acaba de lanzar una nueva página web sobre las izquierdas y el ´desarrollo´. ¿Qué preten-den?

El objetivo es doble. Por un lado promover el análisis y reflexión sobre el desarrollo, cuáles son las ideas que encierra ese concepto, sus limitaciones, sus posibilidades, y cuestiones como esas, pero todo ello desde una perspectiva de izquierda. Por otro lado, entiendo que la iz-quierda clásica en unos casos ha dejado de atender la problemática del desarrollo, o simplemente acepta las estrategias más convencionales, porque se ha vuelto pragmática. Seguir pensando que el desarrollo es mero crecimiento económico es una falacia.

Pero la izquierda no puede quedar en una postura conformista frente a las cuestiones del desarrollo, y por lo tanto este blog tiene un segundo propósito que es aguijonearla para que aborde estos temas con nuevas ideas. Sea por una vía o por otra, la problemática contemporánea del desarrollo hace necesaria una renovación de la izquierda. Y una mirada de izquierda al desarrollo no puede contentarse en el pragmatismo, sino que necesariamente debe buscar alternativas.

¿Por qué lanzan el blog en este momento?

Me parece que están en marcha cambios sustanciales en los países bajo gobiernos de izquierda. Se están abriendo oportunidades para discutir con mayor amplitud y tolerancia los aciertos y los desaciertos de la izquierda. Esto se debe a varios factores, en unos casos el desgaste de algunos regímenes, y en otros casos, la recuperación de mayor autonomía de actores claves de la sociedad civil.

Por ejemplo, en estas semanas en Bolivia se ha acentuado una polémica a escala nacional sobre las posturas del gobierno de Evo Morales frente a las demandas de pueblos indígenas que no son del altiplano, y que tienen fuertes reivindicaciones territoriales y ambientales. Parecería que los intentos de evitar ese tipo de debates llamando a la unidad política o por la denuncia de oposiciones escondidas, ha dejado de tener efecto, y en Bolivia se ha pluralizado una fuerte discusión sobre la gestión de los recursos naturales y el territorio.

Está claro que también hay una mayor apertura en Ecuador, en tanto la izquierda extra-gubernamental se ha organizado en una coordinadora, y a su vez, los movimientos sociales se están reordenando. Esos flujos y reflujos aparecen los debates sobre el desarrollo, como por ejemplo la discusión sobre la moratoria petrolera en el ITT o el posible futuro minero de Ecuador.

Este proceso no está restringido a los países andinos. Unas discusiones bien intensa se están potenciando en Uruguay, varias de las cuales se originan en reacciones ciudadanas a los intentos presidenciales de promover la minería a cielo abierto. En Chile, ese debate aparece enfocado en el papel de la educación como política pública. Y así sucesivamente podemos encontrar ejemplos de un cambio en marcha en el continente. Todo esto hace que entendamos que nos encontramos frente a un buen momento para lanzar este espacio.

Nadie quiere destruir el planeta o hacer desaparecer a culturas tradicionales. Pero para países pequeños como el Ecuador, cuyas economías dependen de la extracción y venta de recursos naturales, las opciones parecen bastante limitadas. No todos pueden ser potencias manufactureras. ¿Qué opinas?

A nivel retórico, en los discursos, casi todos coinciden en proteger el ambiente y luchar contra el cambio climático. Se firman declaraciones y los gobiernos mantienen ciertas normas e instituciones. Pero en las acciones concretas todavía hay muchas limitaciones e ineficiencias. En general lo que observamos es que en los últimos diez años la situación ambiental de América Latina se ha deteriorado todavía más. Los gobiernos de izquierda no han detenido ese proceso, y en algunos casos lo han agravado, especialmente por su sesgo extractivista. Entre los síntomas más visibles está la reducción de áreas naturales, la deforestación, y más contaminación, particularmente en las ciudades.

Aquí está encerrado uno de los núcleos ideológicos que esperamos abordar en este blog: la idea que el continente es un enorme depósito de riquezas ecológicas y que estamos lejos de tener serios problemas ambientales, ya que ellos solo se observarían en los países industrializados. La izquierda ha dado eso por cierto, y esas ideas se pueden escuchar en labios de varios presidentes, como Rafael Correa, Evo Morales o José Mujica. Desde allí, el progresismo se siente libre para alentar un desarrollismo extractivo como si contáramos con inagotables recursos naturales, y no existieron efectos como la contaminación. Todo esto es un grave error. Por lo tanto, desde la izquierda debe repensarse el desarrollo, y en esa tarea de debe incluir la dimensión ambiental. Países como Ecuador deben reconsiderar su estrategia de desarrollo reconociendo que esos límites ecológicos ya están presentes, aquí y ahora.

La importancia de estas tensiones se observan al repasar el plan de desarrollo de SENPLADES en Ecuador. Por un lado acepta la necesidad de pensar un futuro post-extractivista, pero por el otro lado no ofrece muchas soluciones concretas para comenzar a salir ahora mismo de ese sendero. Es mas, la real gestión gubernamental apunta en otro sentido, al estar muy orientada al extractivismo.

Esta persistencia de un desarrollo basado en exportar materias primas se repite en toda América del Sur. Se supone que Brasil es la gran potencia industrial continental, pero bajo los gobiernos de Lula aumentó la participación de los recursos naturales en las exportaciones y descendió la de manufacturas. Es un camino que genera unos buenos números macroeconómicos, afluencia de dólares que se hacen cada vez más baratos, y un consumismo de productos importados. Pero el país se desindustrializa, no se generan encadenamiento productivo, y aumenta la dependencia de la globalización. Este extractivismo exportador disfruta de estos tiempos de altos precios de las materias primas, pera no abre puertas a otros desarrollo.

Este tipo de cuestiones deben ser analizadas desde la izquierda. Es muy sorprendente que el progresismo gobernante y muchos académicos e intelectuales, festejen estas opciones, porque en el pasado la izquierda siempre criticó este tipo de desarrollo primario. Por ejemplo, cuestionaba que se basara en economías de enclave, fuertemente transnacionalizadas. Aquella vieja izquierda quería salir de la dependencia de las materias primas, y discutía sobre como promover la industrialización nacional. Muchos de esos temas se abandonaron, y en algunos casos las izquierdas gobernantes ahora no sólo los desatienden, sino que cuando aparecen en la escena pública, los critican y combaten.

Mi posición es que es indispensable volver a discutir temas como esos. No quiero decir que todas aquellas discusiones de años atrás sean válidas para el momento actual. Mi punto es otro: es señalar que en ese pasado reciente la lista de cuestiones a debatir era mucho mas po-tente, contábamos con mas aportes, y por lo tanto había más innovaciones a la mano.

Siguiendo con tu pregunta, claro que no todos los países tienen que ser potencias manufactureras, pero ciertamente hay muchas mas opciones para Ecuador que seguir siendo un mero exportador de materias primas, para recolectar dinero para seguir comprando manufacturas, antes de Europa y Estados Unidos, hoy de Asia. Hay que recuperar un equilibro entre la opciones de extracción de recursos naturales y los procesamientos productivos a escala nacional y regional Esas son las cuestiones que debemos debatir desde el nuevo blog.

En la actualidad muchos en el Ecuador y otros partes del mundo (China, India por ejemplo) ven el futuro como una extensión del presente. Quieren lo que los demás tienen, vehícu-los, casas, computadoras etc. etc. ¿Será fácil convencerles que renuncien a estos bienes materiales?

No, no va ser sencillo. El futuro cercano será uno de escasez de muchas materias primas, de altos precios de la energía y crecientes presiones sobre las tierras cultivables. O sea, todo lo contrario del sueño de la abundancia y el crecimiento perpetuo. Este es otro problema central, y explica otras de las razones de nuestro blog.

Está claro que las tradiciones políticas liberal y conservadora alentaron esa ilusión de abundan-cia y crecimiento en el seno del capitalismo. Pero el problema es que bajo un marco ideológico distinto, y otros medios, las ideas que vienen de la izquierda marxista también comulgan con la idea del crecimiento perpetuo y el futuro de la abundancia.

Por lo tanto, siguiendo recorridos ideológicos muy distintos, unos y otros, cultivaron el imaginario de la abundancia y el crecimiento. Pero hoy en día, en pleno siglo XXI, no damos cuentas que aquellas ideas que germinaron a finales del siglo XIX, ya no son posibles en el futuro que estamos vislumbrando, al menos en sus marcos material y ecológico. El provenir cercano es uno de escasez y limitaciones. Entonces, una buena parte de la izquierda clásica necesariamente debe reformularse. Creo que problemáticas como esta explican, por ejemplo, la incapacidad de buena parte de las formulaciones del llamado “socialismo del siglo XXI” para incorporar temas como el ambiental, la interculturalidad con las naciones indígenas o el feminismo.

Estas nuevas limitaciones, ambientales y sociales, generará enormes tensiones políticas, pondrá a prueba a los sistemas democráticos, y ciertamente alimentará disputas geopolíticas. Y qué va a hacer la izquierda latinoamericana frente a estas cuestiones ¿ignorarlas? ¿ignorarlas mientras sigue vendiendo materias primas? ¿intentar calmarlas mediante el pago de bonos mensuales? Estos son otros de los problemas que debemos comenzar a analizar y considerar en nuestro blog.

Por cierto que, como dices, no será fácil decirle a la gente que renuncia a ciertos bienes de consumo. Pero creo que en este terreno tenemos muchas ventajas, porque en América Latina nuestra mayor problemática no está tanto en ese terreno, sino en que la mayor apropiación de recursos está destinada a las exportaciones para sostener el consumo de otras regiones. A su vez, tenemos grandes sectores empobrecidos que deben aumentar su consumo. Por lo tanto, una vez más, volvemos a la necesidad de rediseñar un desarrollo directamente orientado a nuestras necesidades.

Tradicionalmente la respuesta de la izquierda ha sido la redistribución de ingresos, y en algunos casos quizás producir de forma más eficiente. ¿Estas ya no bastan?

Sin duda han cumplido un papel muy importante, especialmente reduciendo la pobreza extre-ma y resolviendo situaciones angustiantes. Pero también es cierto que no bastan. Es más, parecería que los instrumentos de compensación económica, como los bonos mensuales, se han convertido en la principal herramienta de los gobiernos progresistas, y repetidamente son invocados como justificación de la vocación de izquierda.

La justicia es una cuestión mucho más amplia que la justicia redistributiva económica, y ésta a su vez, es mucho más que el pago mensual de bonos. Entonces debemos rescatar una visión de izquierda de la justicia, y evitar un reduccionismo en esos bonos. Esas compensaciones focalizadas no generan opciones de salida de la pobreza en el mediano plazo.

¿Vamos a estar pagando bonos mensuales de por vida? Esto no es digno para esas personas, no es estable, tampoco es eficiente, y además obliga a los países a promover por ejemplo el extractivismo para recaudar fondos con los cuales mantener esos programas de asistencialismo económico.

Hay que superar los resquemores en abordar estas cuestiones. Muchas veces se ataca cualquier advertencia sobre las limitaciones de esos bonos denunciando que éstas implican un ataque a los pobres o que a uno lo convierten en un neoliberal camuflado. Todas esas son exageracio-nes que claramente están alejadas del espíritu de la izquierda. Me parece que el tiempo de ese simplismo ya ha caducado. Tenemos que comenzar a discutir como reformular los programas sociales de la izquierda; tenemos que recuperar la discusión sobre la justicia en amplio sentido, y no como mero pago de una mensualidad. Y espero que en el blog podamos darle mucho espacio a esos ensayos.

El Buen Vivir es una idea que se está volviendo popular en varios países. ¿Cuáles son las relaciones entre esas posturas y sus visiones sobre la izquierda y el desarrollo?

Las ideas del Buen Vivir son plurales, y hay diferencias dentro de los países, y entre los países. El sumak kawsay de Ecuador no es idéntico al suma qamaña de los Aymara de Bolivia. Tampoco es una cuestión restringida al saber indígena, ya que contamos con algunas posturas occidentales que cuestionaban la propia esencia del desarrollismo actual, como el ecologismo radical o el feminismo, los cuales tienen amplias superposiciones con ideas como las del sumak kawsay.

Por ejemplo, la defensa de los derechos de la Naturaleza partió de este último tipo de perspectiva. Dentro de esta diversidad de todos modos hay un conjunto de coincidencias claves, que hacen que estas propuestas pueden ser englobadas bajo el rótulo de Buen Vivir. Esas coincidencias incluyen, por ejemplo, la crítica radical a la idea del desarrollo como progreso, la búsqueda de otra relación con la Naturaleza basada en reconocerla con sus valores propios, el respeto intercultural, otra perspectiva para generar los valores de manera de no quedar atado al utilitarismo, y así sucesivamente.

Claramente existen muchas coincidencias entre este tipo de posturas con algunas críticas al desarrollo que provienen de la izquierda. Pero el Buen Vivir también obliga a una renovación de la izquierda. Es que la izquierda convencional también ha adherido al mito del crecimiento económico; muchos se muestran orgullosamente herederos de tradiciones eurocéntricas, y son profundamente cartesianos y materialistas. El Buen Vivir hace crujir todas esas posturas, especialmente las que se derivan directamente de la Modernidad europea.

Surge aquí la pregunta sobre qué hará buena parte de la izquierda con el Buen Vivir? ¿Lo nombrará apenas como un slogan, como ha hecho Hugo Chávez? ¿Lo incorporará al título de un plan nacional de desarrollo, como ocurrió en Ecuador? ¿O lo verá como una excentricidad del mundo indígena, tal como hacen muchos militantes brasileños y argentinos?

A mi entender, el Buen Vivir en sus diferentes expresiones está diciendo que las alternativas serán obviamente post-capitalistas, pero también post-socialistas. Ya no tiene sentido buscar respuestas en un espejo europeo, y propuestas como la socialdemocracia o la Tercera
Vía carecen de la vitalidad de renovación que por ejemplo ofrece el Buen Vivir. Y como este Buen Vivir sin duda otorga una relevancia crítica a la búsqueda de la justicia, no sólo humana, sino que en su caso también con la Naturaleza, allí quedan tendidos los puentes con la izquierda clásica.

Publicada por La Línea de Fuego, Ecuador, 1 setiembre 2011 (aquí…)